¿Qué, pues, diremos?
En resumen, viendo estas citas (y pedimos al lector que se detenga para considerar cada uno), se rechazan los manuscritos que Dios nos ha preservado, a favor de traducciones humanas, en muchos casos claramente parciales, de hasta 15 siglos más tarde. ¿Es razonable rechazar el testimonio de "Codex Vaticanus" ("B") del siglo IV a favor de estas traducciones en 221 lugares? ¿O Codex Sinaiticus ("X"), también del siglo IV, que contiene todas las Escrituras Griegas, todas las 237 veces? ¿O Codex Alexandrinicus ("A") del siglo V, con la mayoría del texto griego, 213 veces, más de 20 veces a favor de traducciones hechas en los siglos XIX y XX? El papiro de principios del tercer siglo P46 que es, según "AEB", "digno de mención especial" (p.1071), se rechaza 14 veces. De verdad, ¿es esto un indicio de una obra erudita y cuidadosa, o refleja otros motivos al realizar una traducción?
A parte de este rechazo deliberado de los manuscritos preservados por Jehová Dios, se debe añadir la inconsistencia a la hora de aplicar las reglas que los propios traductores o editores de la obra se impusieron. Si se notara una consistencia en este campo, aunque uno no estuviera de acuerdo con las conclusiones de los traductores, por lo menos se percibiría una honradez en la tarea. Sin embargo, al detectarse esta inconsistencia, que no se reconoce en ninguna parte de las notas en TNM, se coloca en tela de juicio la traducción en si, viendo que se ve motivada por claros prejuicios teológicos, antes que principios honestas de la traducción.