¿Qué conclusión podemos sacar de esta evidencia?
Afirmar (TNM p.1562) que "estos diez fragmentos manuscritos indican que los traductores del texto hebreo al griego usaron el nombre divino donde aparecía en el texto hebreo" es ir mucho más allá de lo que nos permite los manuscritos existentes, descartando 1500 en favor de 10. ¿Es razonable? Y, en verdad, tampoco son 10 manuscritos que nos muestran esta práctica.
De hecho, básicamente son solo cinco manuscritos de la LXX, y no diez: dos de los diez son del mismo hallazgo; los dos textos de Aquila y el de Símaco no son textos de la LXX, sino traducciones de origen judío; Ambrosiano es una "Biblia de estudio" del décimo siglo, con versiones paralelas del Hebreo, LXX, y otras traducciones al griego.
De los cinco que quedan, uno es de Qumram, una secta judía, que tampoco contiene el tetragrámaton. ¡Quedan cuatro! De estos cuatro, tres son de después de los tiempos de Cristo: uno de éstos también contiene "zeós" dos veces en lugar de "YHWH" (y "YHWH" una única vez), y otro es una recensión de la LXX que sigue rígidamente el hebreo, pudiendo clasificarse como obra de judíos desencantados con el éxito cristiano con la LXX (como las versiones posteriores de Aquila y Símaco). El tercero sí usa el nombre divino, pero únicamente en dos textos, y aún así no lo vierte por "YHWH", sino por una yodh doble. Luego hay un único texto de a.E.C. que sí lo contiene.
¿Es esta suficiente evidencia para afirmar que "fuera que Jesús y sus discípulos leyeran las Escrituras en hebreo o en griego, se encontrarían con el nombre divino" (TNM p.1563)?