Jesús y el arcángel Miguel

Finalmente consideraremos la alternativa que se ha ofrecido a la conclusión más natural de esta serie de textos bíblicos, la que afirma que Jesús y Miguel son la misma persona.

Dada esta clara evidencia a favor de la divinidad del Señor Jesús, y su identificación total con la persona de Jehová, ¿podemos concluir que fuera un ángel? En "Razonamiento" se nos dice que "las pruebas indican que al Hijo de Dios se le conoció como Miguel antes de venir a la Tierra y también se le conoce por dicho nombre desde su regreso al cielo, donde reside como el glorificado Hijo celestial de Dios." (p.216)

Las "pruebas" citadas son dos. En primer lugar, el texto de 1Tes.4.16 que habla del mandato de Jesús para comenzar la resurrección que se da con "voz de arcángel" se compara con Jud9, donde vemos a "Miguel, el arcángel...". Y en segundo lugar, la acción de Miguel en Rev.12.7-12 se compara con la acción de Jesús al dirigir los ejércitos del cielo. Se concluye: "Es razonable, por lo tanto, concluir que el arcángel Miguel es Jesucristo."

Aquí vemos a dos personas identificadas, como si fuesen la misma persona, a base de dos comparaciones entre textos muy separados. Haremos apenas unas pocas observaciones sobre estas comparaciones.

En 1Tes.4.16 se nos dice que Jesús descenderá del cielo con voz de arcángel, y con trompeta de Dios. Si a raíz de este texto lo identificamos con "el arcángel", ¿también lo identificaríamos con Dios? El texto no nos dice que ni la voz, ni la trompeta, sean suyas, sólo que lo acompañan. No podemos aplicar uno de estos elementos sin aplicar (o, por lo menos, aceptar que sea aplicado) el otro.

"Arcángel" viene a significar sencillamente "sumo ángel", del mismo modo que "arjierus" significa "sumo sacerdote". Jefe de los ángeles, pero un ángel. El primer capítulo de Hebreos excluye rotundamente la posibilidad de que Jesús fuera un ángel (ver Heb.1.4-8,13), ¡aunque este ángel fuese el jefe de todos los demás! Si las Santas Escrituras no nos permiten identificar a Jesús con un ángel, entonces no es razonable decir que lo fuera.

La batalla librada en capítulo 12 del libro de Revelación acontece en el cielo, entre un bando de ángeles y Satanás y sus ángeles; en la batalla de capítulo 19 participan las naciones de la tierra. Son dos acontecimientos distintos. Puede que el capitán del ejército de Dios en ellos sea la misma persona, o puede que no. No es razonable concluir que deben ser el mismo, ¡especialmente si vienen con dos nombres distintos! Sería algo parecido a declarar que Neko rey de Egipto y Nabucodonosor rey de Babilonia fuesen la misma persona, bajo dos nombres distintos, porque ambos combatieron en contra del pueblo de Dios.

Dan.10.5-6 nos da una descripción de "un hombre vestido de lino", en lo que parece ser una de las apariencias de Jesús antes de la encarnación (ver paralelo con Dan.7.13; 12.6; Ez.1.26; Rev.1.12-20). Este personaje nos dice (v.13) que "Miguel, uno de los príncipes prominentes, vino a ayudarme...". Es imposible por lo tanto identificar a Miguel con esta persona, que según toda la evidencia sería el mismo Jesús de Revelación 1. Son dos personas distintas.

Finalmente, cabe mencionar que la Atalaya misma enseñó que Jesús no es Miguel (Watchtower de noviembre de 1879, p.48), y, por difícil que pueda ser creerlo, que Miguel era el Papa (The Finished Mystery, 1918, p.188).

Heb.13.8 nos asegura que "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y para siempre." No me parece, por lo tanto, razonable concluir que haya cambiado su identidad de la manera que viene aquí argumentada.

Sin embargo, al hacer este examen de la identificación de Jesús con Miguel, mi intención no ha sido tanto refutar esta posición, sino más bien mostrar como Jesús ha sido identificado con otro personaje de las Escrituras con muy escasa justificación, y a pesar de las razones que nos puedan indicar que no fuera así. Me sorprenden estas conclusiones cuando los muchos textos que nos llevan a identificar a Jesús con Jehová mismo hayan sido rechazados, a favor de esta identificación con Miguel. No es razonable y parece demostrar el deseo de "probar" una conclusión previa basándose en textos bíblicos aislados, y no el de conocer la verdad de la revelación bíblica, aunque nos cueste aceptar las conclusiones a las que llegamos.

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